Rodeando el cerro del castillo encontramos una impresionante muralla, fechada entre los siglos XI y XII, momento en que Berlanga fue creciendo por la llegada de nuevos pobladores y se erigió como cabeza de una Comunidad de Villa y Tierra. Berlanga se convirtió en el lugar de mayor relevancia del entorno y fue dotado de elementos defensivos como esta muralla, denominada la Cerca Vieja, realizada en piedra de mampostería y reforzada con cubos o torrecillas semielípticas.
Dentro de esta cerca se encontraba el primitivo asentamiento medieval o villa vieja, que con el paso de los siglos se fue desocupando poco a poco hasta que solo quedaron unos pocos habitantes a mediados del siglo XV, ya que la población se fue estableciendo en la llanura a los pies del cerro.
Una segunda muralla, la Cerca Nueva, de mayor extensión y de la que apenas quedan restos, se encargó de rodear la zona habitada extramuros a la que se había ido desplazando la población. El acceso a la villa fue regulado por cuatro puertas —la puerta de Aguilera, de la Hoz, de San Gil y de San Pedro— además de un postigo. Los escasos restos conservados confirman que fue realizada con un tapial de tierra enfoscada con un grueso enlucido en cal y asentada sobre un zócalo de piedra de mampostería. De las puertas de las murallas solo se conserva la de Aguilera, llamada así por ser el camino que llevaba a esta localidad cercana a Berlanga. Está realizada en piedra de sillería y presenta dos partes bien diferenciadas, la inferior con un arco ojival está fechada en el siglo XIV, y la parte superior, reformada en el siglo XVI, que está almenada y presenta un escudo picado, enmarcado por unas pilastras que sostienen una concha que, según algunas versiones, relacionarían a la villa con el Camino de Santiago.