Continuando por la amena ribera del Duero, a cosa de una legua de Gormaz, encuéntrase el seguro puente de Ullán, del cual parte el camino que conduce en breve rato á la rica y pintoresca villa de Berlanga, situada en un terreno llano, ligeramente accidentado, junto á un pico elevado en cuya cumbre se alzan aún los gruesos muros y la torre del homenaje de su antiguo castillo. Su historia no comienza propiamente hasta la época de los árabes, pero su antiguedad alcanza, cuando menos, á la época de los romanos en que fué conocida con el nombre de Augusto Valeriana, de Valerio el emperador, que la hizo colonia; los árabes hicieron de ella una de sus principales plazas fuertes; en las tomas y pérdidas de la reconquista quedó desman telada, pero la repobló como las de Soria y Almazán, el rey Alfonso el Batallador, posteriormente D. Juan I la dió á la familia de los Tovar, condestables de Castilla á quienes debe su engrandecimiento; hoy el castillo y señorío todo pertenecen á los sucesores de esta familia, los actuales duques de Frías.
De sus antigedades no queda ya más que un trozo de acueducto en la falda del castillo, del cual no puede asegurarse si será romano ó árabe, porque en esta clase de obras se distinguieron ambos pueblos; pero de los monumentos posteriores que subsisten aún en pie ó en ruinas, nos es perfectamente conocida su historia. Esta villa se repobló á su reconquista como todas, instalándose en ella gentes nuevas, llegadas de los pueblos in- mediatos, estableciéndose por barrios separados, y levantándose un templo en cada uno, por manera que el número de iglesias primitivas, revela el de los pueblos que acudieron á la repoblación. En el siglo XV había, según el historiador de la villa don Juan Manuel Bedoya, diez parroquias en pie, cuyos nombres casi idénticos á los de las de Soria, indican que habían sido fundadas en la misma época, esto es, á raíz de la reconquista (1), pero estas eran sin duda muchas para lo que exigía el vecindario, por lo que sus parroquias. se habían reducido á una sola de Santa María del Mercado, abandonando las demás ó relegándolas á la clase de ermitas. Sin embargo, esta parroquia se encontraba dotada con sesenta ó más beneficiados, que por su corta renta eran naturalmente de pocos estudios y por consecuencia de escasa representación, tan sencillos y humildes, que al decir del cronista Bedoya, pasaban el tiempo jugando, bebiendo, ardiendopleitos y requebrando á las hembras, ó corriendo los galgos.

 Esto visto por los marqueses D. Íñigo de Velasco y su esposa D María de Tovar, formaron el propósito de reunir los beneficios todos de las iglesias en una colegiata, con sus canónigos decentemente dotados para que fueran más considerados y el culto más solemne. Pidieron, pues, al papa León X la erección de la iglesia de Santa María en Colegiata, y el pontífice accedió, organizándola como todas con un abad, un prior, chantre, tesorero, maestrescuela, canónigos, racioneros y medios racioneros y otros beneficiados, á cuyo fin se reunieron todas las rentas de los antiguos beneficios y los bienes que los marqueses dieron á cambio del derecho de patronato y presentación en todas las vacantes de cualquiera manera que fuesen (2).

Concedido esto, desistieron los marqueses del primer proyecto de reparar la iglesia de Nuestra Señora del Mercado, que estaba donde hoy las cocheras y graneros del palacio, y se decidieron á construir la colegiata, de nueva planta, en sitio mejor.

 Los marqueses se esmeraron tanto en esta obra, que sin disputa es uno de los monumentos más notables de la provincia. Esta iglesia la componen tres anchurosas naves, un ábside, un crucero y ocho capillas laterales, colocadas una á una y tres á tres respectivamente, en los ángulos de la cabecera y cuerpo de la cruz....

La obra costó á los marqueses 30,000 ducados y el arquitecto se llamaba Juan Racines, uno de los primeros de Castilla (3).

 
 

 

Notas
(1) Estas iglesias eran Santa María del Mercado, San Juan, San Esteban, San

Facundo, Santo Tomé, San Miguel, San Pedro, San Andrés, San Nicolás y San Gil.
(2) Fecha de la bula 16 Junio de 1514.
(3) En 1547 se fundó un convento de monjas Franciscanas Concepcionistas por D Juana Enríquez, viuda del primer marqués D. Juan de Tovar; y el quinto marqués, sexto duque de Frías y séptimo condestable de Castilla, fundó otro de monjes Franciscanos á media legua de la población, en el camino de Madrid, sobre una ermita de Nuestra Señora de Paredes Alvas, que le dió su nombre. Los monjes que eran doce y pedían según su instituto limosna por las cercanías, ayudaban á los párrocos en el ejercicio de su ministerio. El convento se cerró como todos en la revolución del año 36, pero se conservó en pie hasta que en estos últimos años, sin dueño lo vendió á un eclesiástico que hoy lo ocupa, esperando el momento oportuno para establecer en él una congregación.
Texto tomado de  la Historia de Soria (1889).

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