Cuenta Bedoya, cronista local, que la Historia de España del padre Mariana refiere que Alfonso VI, en 1081, le concedió a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, la villa de Berlanga "por juro de heredad".
En nuestra guía Por Tierras de Soria, La Rioja y Guadalajara ya señalamos, en su día, que hay remembranzas cidianas cerca de Berlanga, concretamente en Andaluz, dado que parece Félez Muñoz, sobrino del Campeador, como testigo del otorgamiento del fuero por el conde Gonzalo Núñez de Lara, en 1089.
Félez Muñoz es citado reiteradamente, dentro del Cantar de Mio Cid, en el tema de la Afrenta de Corpes: él será quien encuentre en el robledal a las hijas del Cid semidesnudas y escarnecidas y las llevará a la casa del vasallo de Alvar Fañez, Diego Téllez, en San Esteban de Gormaz, y desde allí a Berlanga, Caltojar, Bordecorex, Barahona y Medinaceli, camino de Valencia.
Lo canta así el Mio Cid, obra según Menéndez Pidal, de dos juglares de San Estaban de Gormaz y Medinaceli, villas sorianas las dos.
A la casa de Berlanga posada presa han
Otro dia mañana méten se a andar
Aqual dizen Medina y van albergar
Otro dia mañana méten se a andar
Aqual dizen Medina y van albergar
Por otra parte, hay que tener muy en cuenta que la Primera Crónica General y en la Crónica Particular del Cid, el itinerario tomado por los infantes de Carrión con las hijas del Cid, camino de Carrión, es muy distinto al del Cantar: "dexaron Medina de diestro, et atravessaron por el campo de Barahona et tomaron camino de Berlanga, et passaron el Duero en un vado diuso de la villa de Berlanga et llegaron a los robredos de Corpes".
Quizás lo indicado por esta crónica y el recuerdo cidiano de Félez Muñoz en Andaluz hizo que se crease una leyenda local en Berlanga de Duero que situaba en sus alrededores el Robledal de Corpes (lo cita la carta recibida por el geógrafo Tomás López a finales del s. XVIII situándolo cerca del Puente Ullán, y lo reitera el cronista Bedoya, en 1845, quien manifiesta además que el antiguo escudo de Berlanga de Duero hacía referencia a tal Afrenta de Corpes), robledal que, desde Menéndez Pidal, se sitúa entre Castillejo de Robledo (Soria) y La Vid (Burgos).
En efecto, según Bedoya, "tiene Berlanga en el escudo de sus armas un oso abrazado a una colmena con morrión y espada en la cimera con alusión a la venganza del vil tratamiento que se dice dieron los condes de Carrión, yernos del Cid, a sus mujeres en las inmediaciones de esta villa: representando el deshonroso lance en aquel torpe animal que ceba su sana en las débiles e indefensas abejas abandonadas en los campos. Así se veía en el hermoso rollo de piedra de la Picota en las eras de la Soledad..." (Martínez Frías estima que es un escudo de armas y no una colmena lo que tiene entre sus manos el oso).
La licencia poético-dramática que se tomó el juglar de Medinaceli al crear el tema de la Afrenta de Corpes no obedece a la realidad, aunque tal vez partiese de un posible hecho histórico que Menéndez Pidal aclara en La España del Cid, indicando que las bodas no eran tales, pues las hijas del Cid eran muy jóvenes (unos 9 y 11 años), sino esponsales, y que debido a la declaración por parte de Alfonso VI de un segundo destierro al Cid (1089), los infantes renunciarían a casarse y tanto Jimena como sus hijas (y Diego) serían detenidas y llevadas al castillo de Gormaz, si bien el rey, posteriormente, las dejaría marchar a Valencia.
Con el segundo destierro la ira de Alfonso fue grande. Había tres tipos de destierro: Por malquerencia del rey, por malfetría o por delito del vasallo. La primera vez fue la más benigna (malquerencia) y con el segundo destierro aplicaría la más grave, la tercera causa, haciendo caso a los mestureros o mezcladores.
"Con gran ira mandó quitar al campeador los castillos, las villas y todo el honor que le habla dado; además mandó confiscarle sus propias heredades, allanar sus casas, tomarle cuanto oro, plata y demás riquezas pudieran hallar; y hasta hizo que doña Jimena fuese amarrada humillantemente y echada en prisión con sus tres hijos, aún niños", recalca Menéndez Pidal.
Los esponsales y no el matrimonio de doña Sol y doña Elvira con Diego y Fernando González, los condes de Carrión, sería lo que cantaría el juglar de San Esteban de Gormaz, cambiado luego en matrimonio por el de Medinaceli, que, según el Cantar, fue consumado precisamente en el robledal.
Texto de Ángel Almazán cedido por soriaymas.com