Extramuros de la villa, a muy pocos metros de la puerta de Aguilera -puerta que aparece citada ya en los documentos del s. XVI como la principal de Berlanga-, se alza el que fue hospital de enfermos y albergue de peregrinos, erigido en el segundo cuarto del s. XVI.
 
Tenía en sus tiempos muy luzida iglesia y su portal, cocina, corrales, poco de agua, servicio de ospitalera, tres salas grandes y espaciosas, con sus canceles y alcovas, con sus camas para los enfermos, con distincion de servicios para hombres y mugeres, y para peregrinos sacerdotes y personas de buenavito pobres y, fuera de lo referido, tiene otra sala con su alcova, cama y sillas....
 
Para su erección se procuró elegir el lugar más a propósito de la villa. Así lo hace constar uno de los legajos: esta el ospital en lugar muy sano y fuera de la villa con que se escusan los peligros y daños que suelen subceder a los pueblos quando los dichos ospitales estan dentro dellos pegandose las enfermedades contagiosas que suelen traer los pobres que a ellos bienen.
  
En la actualidad [1980], dicho edificio se encuentra abandonado y prácticamente desmantelado, conservándose sólo en buen estado la portada que sirve de acceso al patio. La entrada, resuelta en sencillo arco de medio punto, de grandes dovelas, aparece flanqueada por sendas pilas trillas, que, con finalidad meramente decorativa, no llegan hasta el suelo, sino que, en solución de raíz mudejarizante, arrancan de mensulitas situadas hacia la mitad de la fachada. Estas pilas trillas están seccionadas por una línea de impostas, a manera de alfiz, tangente a la clave del arco. En las enjutas campean dos escudos de los Tovar y Enríquez de Castilla, señores de Berlanga. Sobre la línea de impostas, una pequeña hornacina alberga la estatuilla del santo titular.
 
El criterio compositivo seguido en la realización de esta portada es, claramente retardatario para la época en que se ejecutó -segundo cuarto del s. XVI-, pues se ajusta a esquemas típicos de la arquitectura hispanoflamenca, tales como el arco de gran dovelaje, las pilas trillas deteniéndose hacia la mitad del paramento, la tendencia al encuadramiento rectangular de la puerta, haciendo uso del alfiz, y la presencia de los blasones en las enjutas.
 
Según el P. Minguella, este edificio se debe a la munificencia del primer marqués de Berlanga, don Juan de Tovar, título concedido por Carlos I, en 1.529. No obstante, en los documentos del s. XVI que hemos podido consultar, se hace constar que dicho hospital, no fue fundación suya, sino que se levantó con las limosnas y haciendas de las personas particulares, así como con las rentas que el propio hospital tenía, pues, según las mismas referencias documentales, en tiempo antiguo había en esta villa muchos hospitales y, por bula de su Santidad, se unieron todos al dicho de San Antonio.... A los Marqueses se les concedió el patronazgo del mismo, de ahí la presencia de sus escudos, aunque la hacienda del hospital no era administrada por ellos, sino por el ordinario de Sigenza.
 
A pesar de su avanzado estado de ruinas, en el hospital de Berlanga todavía podemos comprobar cómo era un establecimiento de este género en la España del s. XVI, aunque para nuestro estudio sólo presente interés la estructura de su portada, por lo que tiene de supervivencia de las formas góticas.
SAN FRANCISCO DE BORJA
Juan Manuel Bedoya
 
 
En este hospital pasó una noche el antes cuarto duque de Gandía, San Francisco de Borja, después que holladas las tiaras y coronas y demás blasones de su alcurnia, abrazó el humilde instituto de la Compañía de Jesús. Refiérelo el escritor de su vida, Álvaro Cienfuegos, por estas palabras:
  
"Hospedole en una ocasión en Berlanga el gran condestable de Castilla, y entrando a recogerse en su cuadra la halló tan suntuosamente vestida y una colgadura de tela tan preciosa que guarecido del silencio y de la noche más oscura se salió fugitivo de aquel palacio a buscar albergue en el hospital entre el dolor y el abatimiento.
 
A la mañana siguiente el condestable de que había escapado Borja, aunque ignorando el sitio donde habiese pasado la noche, se fue como por instinto hacia la casa que alberga en tantos dolientes la desdicha. Apenas descubrió entre los enfermos a Borja cuando pasó a dar mucha razón a la queja; más Francisco que hallaba siempre la más feliz explicación en la boca, y en puntos de humildad eran aún más vivos los colores de su elocuencia, respondio con admirable energía:No, no mecarguéisa mi sobre esta fuga. Vos tenéis la culpa toda, habiéndome arrojado anoche de vuestragran casa, burlándome (iba a decir) con ignominia; que tal es a veces el exceso de honra, porque apenas me vi solo en aquella vistosa cuadra, cuando advertí que no solo tenían orejas las paredes como el vulgopublica, sino que tenían lengua, pues me decían qenvoz bastamente clara: ¿es esta cámara propio hospedaje de un espíritu consagrado por voto a la pobreza? o será más oportuno albergue el que sirve de hospital a tanto pobre doliente de esta villa? Huye pues, aceleradamente de entre esa pompa, y busca el hospital de Berlanga. Mirad serñor, si el dueño me hizo salir de su palacio, pues me gritaban que saliese hasta las paredes de aquel noble sitio. Así lo contaba el marqués de Auñon..."
 
El primer texto es del libro El gótico en Soria (1980) del berlangués José María Martínez Frías, y el segundo del libro de Bedoya (1840) Memorias históricas de Berlanga.
 

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